El liderazgo se ha vuelto un tema de interés obligatorio para toda persona que se desarrolla en el ámbito empresarial en México. No es raro encontrar entre las características deseables para un puesto en particular la de “habilidades de liderazgo” y en línea abundan cursos que prometen facultar a la persona con éstas. Sin embargo, muchos abordajes tienden a considerar al liderazgo como algo que es propiedad del individuo que lo ejerce e ignoran por completo el papel del grupo en la creación de este fenómeno. A fin de cuentas, no hay líder sino entre quienes lo siguen. A continuación detallo algunas consideraciones que pueden ser importantes para quien busca entender el proceso de liderazgo como el fenómeno grupal que es.

Ahora bien, conviene comenzar por definir exactamente a qué nos referimos como liderazgo en este texto. El liderazgo es el proceso en el cual un individuo influye en otros maximizando su contribución para la realización de las metas grupales.

Ya desde este punto nos encontramos con el primer error de muchas aproximaciones que buscan explicar este fenómeno, pues consideran que es el líder el que construye al grupo y que las metas de éste son las metas del grupo, tachando de “líder ineficiente” a aquellas personas que son incapaces de hacer que un grupo siga sus metas particulares. Hay dos vertientes importantes que profundizar en relación a lo anterior. La primera no es sino que el grupo preexiste al líder y cuenta ya con una estructura de significados en torno a los cuales gira su existencia, por lo que aquellas metas que sean incompatibles con su propósito serán de antemano rechazadas. En segundo lugar, muchas personas tienden a definir a un determinado grupo desde la perspectiva de un tercero que observa, ignorando si las personas que -para ellos- pertenecen a un grupo de hecho se identifican como pertenecientes al mismo. Por ejemplo, se puede decir que todas las personas que pertenecen al departamento de RRHH de un corporativo son de un mismo grupo y, sin embargo, esta forma de verlo no se pregunta si esos individuos se identifican a sí mismos como pertenecientes al grupo.

El hecho es que el liderazgo depende de que los individuos se identifiquen con mismo grupo social que quien busca liderar, ya que es esta identificación el mecanismo primario por el que se puede ejercer la influencia social. En caso de no hacerlo, el ejercicio del liderazgo se ve seriamente perjudicado por razones que no son responsabilidad de quien debiese -en papel- ser el líder de un determinado grupo.

Una vez que un individuo se define como perteneciente a un grupo, comienza a filtrar la experiencia que tiene del mundo de acuerdo a éste, dividiendo a las personas con quienes se encuentra en dos dimensiones: dentro-del-grupo y fuera-del grupo. Aquí entra otro concepto importante que explica el surgimiento de líderes en determinados grupos: la prototipicalidad relativa al grupo. Este concepto se refiere a qué tanto una persona se parece a los miembros de su grupo, al mismo tiempo que se diferencia de aquellas personas que no lo son. A mayor prototipicalidad, hay un mayor grado de influencia sobre los miembros de un determinado grupo. Lo anterior implica que el liderazgo depende también de las características de un grupo, puesto que quien mejor refleje aquellas cosas que distinguen al grupo de otros será quien pueda ejercer un mayor grado de influencia social. De tal suerte que el liderazgo es también un proceso contextual, pues se articula en relación al contexto en el cual un grupo se encuentra y desde el cual se define.

Todo lo anterior parece indicar que el liderazgo es una condición pasiva, determinada por el grupo del cual el líder no es sino producto por mera coincidencia. Nada más lejos de la realidad. Las anteriores consideraciones permiten explicar porqué muchos intentos de fomentar el liderazgo se quedan cortos al ignorar el papel del grupo en la construcción de su líder; sin embargo, este último también tiene un papel activo dentro del grupo. Las funciones que permiten articular un liderazgo efectivo son, entre otras: hacer cosas por el bienestar del grupo y resignificar continuamente al grupo. La primera se refiere a realizar acciones que busquen avanzar la causa del grupo (no la propia), mientras que la segunda implica continuamente contestar a las preguntas “qué, cómo y porqué somos”. Profundizaremos más en la dimensión activa del líder en el artículo “haciendo mundo: cómo construir significado en tu organización”.

En Attier, tomamos en cuenta el liderazgo como proceso grupal para complementar los abordajes tradicionales a este concepto y diseñar una estrategia que fomente el liderazgo adecuado al contexto en el cual se desarrolla la empresa.